Claudio Pocho Leprati , crónica de un crimen de Estado

Cuando las mañanas de Rosario comenzaron a distinguirse por tener calles con leyendas que decían (y dicen) “Pocho vive” la gente que caminaba no entendía. Pero al poco tiempo la historia se fue conociendo: se trataba de un flaco que iba de su casa a la escuela en bicicleta, que tenía la barba caracterizada por la revolución, que creía en Dios y que sabía que su lugar en el mundo era la villa. Suena a frase armada, pero hay gente que vive en su pueblo. Claudio Pocho Lepratti vive en el barrio Las Flores, en Ludueña, en Rosario. Es un símbolo de los santafesinos que luchan contra el día a día, es la garganta poderosa que gritó ante el estallido, que sacudió a un patrullero y que eso le costó la vida, pero que le dejó un legado silencioso, hermoso, humilde e inmortal.