July 05, 2017 14:03
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La bala que el tipo dispara cada vez que se planta frente a un micrófono... mata. La bala de odio, de misoginia, de machismo, de racismo, no tiene como blanco a quienes desprecia, sino a quienes cree su rebaño. La bala mata la sensibilidad, la ternura, la solidaridad. La palabra que golpea, que agrede, que incita a la violencia, es letal. La bala que el tipo dirige a quienes considera “su público”, para que maten por él, en su nombre, para que agredan con su bendición, se expande, provocando heridas en el cuerpo colectivo de una sociedad exacerbada en la violencia, por otros tantos machos como él, que disparan desde micrófonos, desde púlpitos, desde tribunales, desde antros académicos, desde radios, Tvs, y en las casas. El micrófono no es un arma, dicen... pero no es cierto. Cuando desde los grandes medios de comunicación se dispara el odio, se multiplica el odio, se siembra y se cultiva el odio... las voces que llenan el aire de violencia están preparando el surco por donde pasará la bala, o el golpe femicida. Hace años que el tipo viene intoxicando el medio ambiente con su maltrato a las mujeres, a las jóvenes, a las niñas. Con la complicidad patriarcal con quienes nos agreden hasta matarnos. El tipo incomunica, el tipo miente, el tipo juzga y condena, el tipo se burla de las víctimas, el tipo las revictimiza. El tipo agita el aire con su ruido, difama, lastima, ensucia el espacio y el tiempo con nubes de palabras venenosas. El gran macho se solaza en la que cree su eterna impunidad. Y se ofende, se enerva, si se encuentra con una resistencia inesperada. ¡Escuchá la editorial completa! Read more
La bala que el tipo dispara cada vez que se planta frente a un micrófono... mata. La bala de odio, de misoginia, de machismo, de racismo, no tiene como blanco a quienes desprecia, sino a quienes cree su rebaño. La bala mata la sensibilidad, la ternura, la solidaridad. La palabra que golpea, que agrede, que incita a la violencia, es letal. La bala que el tipo dirige a quienes considera “su público”, para que maten por él, en su nombre, para que agredan con su bendición, se expande, provocando heridas en el cuerpo colectivo de una sociedad exacerbada en la violencia, por otros tantos machos como él, que disparan desde micrófonos, desde púlpitos, desde tribunales, desde antros académicos, desde radios, Tvs, y en las casas. El micrófono no es un arma, dicen... pero no es cierto. Cuando desde los grandes medios de comunicación se dispara el odio, se multiplica el odio, se siembra y se cultiva el odio... las voces que llenan el aire de violencia están preparando el surco por donde pasará la bala, o el golpe femicida. Hace años que el tipo viene intoxicando el medio ambiente con su maltrato a las mujeres, a las jóvenes, a las niñas. Con la complicidad patriarcal con quienes nos agreden hasta matarnos. El tipo incomunica, el tipo miente, el tipo juzga y condena, el tipo se burla de las víctimas, el tipo las revictimiza. El tipo agita el aire con su ruido, difama, lastima, ensucia el espacio y el tiempo con nubes de palabras venenosas. El gran macho se solaza en la que cree su eterna impunidad. Y se ofende, se enerva, si se encuentra con una resistencia inesperada. ¡Escuchá la editorial completa!